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sábado, 21 de julio de 2012

¿Cómo podemos balancear la mente con el corazón?



A primera vista son opuestos. En cabalá, la mente se asocia con el agua, (frío y húmedo), mientras que el corazón con el fuego (cálido y seco). La mente supervisa el cuerpo e idealmente debe ser “fría y receptiva”. La experiencia del corazón es de exaltación (hitpaalut), sin la cual no puede continuar latiendo y bombeando sangre.
La mente pugna por ser objetiva, por observar la realidad tal como es (con los 5 sentidos, la vista que corresponde a la sabiduría, el oído al entendimiento, etc.) mientras que el corazón se esfuerza en tener sentimientos subjetivos por los demás. Podemos decir que la mente percibe y el corazón experiencia. La mente está asociada con el aspecto masculino de nuestro ser y el corazón con el femenino. En el hebreo moderno, el nombre Eva (Java) es la raíz de la palabra experiencia.
De esto aprendemos que conseguir un balance entre ellos es unirlos realmente en un matrimonio metafórico dentro de cada uno de nosostros. El objetivo de la Torá siempre es unir, la primera tarea en pos de tal objetivo debe ser respecto a nuestras percepciones y experiencias.
Las experiencias llevan más fácilmente a la acción que las percepciones.




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