El Baal Shem Tov enseña que este mandamiento no es una prescripción de “encender” en el alma la “emoción” del amor, sino que implica más bien que uno debe
contemplar la unidad y la grandeza de Di-s, que entonces
espontáneamente despertará el amor por El. Porque si Di-s es de hecho el origen último de toda realidad, quién puede desear otra cosa que no sea a É l? Y a la inversa, si toda otra cosa que percibimos no posee por cierto ninguna realidad intrínseca, para qué molestarnos en dedicarle nuestra energía?
Instituto Gal Einai de Israel
Centro de difusión de Cabalá y Jasidut de Rav Itzjak Guinsburgh Shlita
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